LA INTERCULTURALIDAD, tiene tres principios:
El principio de ciudadanía
Derecho a la diferencia, o
ciudadanía diferenciada, el cual propone el respeto a
la identidad y derechos de los pueblos. Unidad en la diversidad,
la cual contempla que es posible construir sociedades articuladas a través
de proyectos comunes de unidad nacional, sin tener por
ello que sacrificar las identidades particulares de los pueblos
que la conforman, por lo que ésta unidad se caracterizaría básicamente
por ser no impuesta sino construida por todos y asumida voluntariamente.
Las políticas multiculturales son necesarias para superar las
limitaciones de la democracia y el crecimiento económico. Estas
son necesarias para reconocer las diferencias, defender la libertad
y diversidad cultural que permita a todos comunicarse en su propio idioma,
practicar su religión y participar en la formación de su cultura ...
La educación multicultural nace de una reflexión sobre la presencia
en las escuelas occidentales de minorías que, además de necesitar un
trato adecuado por la «distancia» entre su cultura y la cultura presentada
y representada por la escuela occidental, necesitan una atención especial
ante el fracaso continuado cuando acceden a esta última. Se diseñan entonces
programas que tratan de mejorar la situación de estos colectivos en las escuelas
y que, en algunos casos, promuevan un respeto hacia su cultura de origen y una
integración en la cultura de «acogida» (o al menos eso es lo que idealmente se
pretende). Ésta es la idea genérica sobre la aparición de la educación multicultural,
aunque hoy existen diferentes formas de entender qué es una educación multicultural.
En este trabajo presentaremos justamente las diferentes maneras de entender la
educación multicultural desde la perspectiva de una disciplina como la antropología
de la educación (subdisciplina del tronco general de la antropología social y cultural).
El análisis de las diferentes maneras de entender la educación multicultural se realizará a partir del concepto de cultura: el concepto nuclear de la antropología social y cultural.
Sostenemos que detrás de cada modelo de educación multicultural se
encuentra una concepción de la cultura. No puede ser de otra manera.
El hecho de que en muchos casos tal concepto no sea explícito nos obliga
a «denunciarlo» y a reflexionar sobre la necesidad de tal conceptualización.
A partir de ellos construiremos, desde la antropología social y cultural, una
versión del concepto de cultura y expondremos, desde tales premisas, lo que
nosotros entendemos por educación multicultural.
En conclusión, una persona bilingüe, quien
domina completamente dos idiomas, tiene muchas
más ventajas que las que no lo son. Para los
bilingües es más fácil: aprender un nuevo idioma,
conseguir becas para la universidad, conseguir empleo
en cualquier país, comunicarse con personas de otras
culturas de manera personal o usando la tecnología como
el Internet, también tienen la oportunidad de ayudar
a mejorar la sociedad de hoy.
Lo que se pretende desde este primer modelo es igualar
las oportunidades educativas para alumnos culturalmente diferentes.
Tal posición surgió ante el fracaso académico continuado de los alumnos
pertenecientes a los grupos minoritarios, y también como rechazo de la
hipótesis del déficit genético y cultural como causa de dicho fracaso. Los
supuestos claves que subyacen en este primer enfoque son: 1) los niños
culturalmente diferentes a la mayoría experimentarán desventajas de aprendizaje
en escuelas sometidas por los valores dominantes; 2) para remediar esta
situación, creada por los programas de educación multicultural, se debe
aumentar la compatibilidad escuela/hogar; y 3) mediante los programas
que promueve este enfoque se aumentará el éxito académico de los alumnos.
La educación multicultural, que desde esta perspectiva evita los supuestos
de esos programas de compensatoria que niegan las diferencias culturales,
asume una patología del ambiente familiar e intenta cambiar a los niños,
su lengua e, incluso, las pautas de sus padres sobre la crianza.
El diseño de programas para educar al
excepcional o al culturalmente diferente,
como los denominan Sleeter y Grant (1988), está basado en la teoría
del capital humano, según la cual la educación es una forma de
inversión en la que el individuo adquiere destrezas y conocimientos
que pueden convertirse en ingresos -en el sentido económico- cuando
son usados para obtener un empleo. En la medida en que los individuos
desarrollen su capital humano a través de la educación, hallarán unas mejores
condiciones de vida y mejor será la economía y la sociedad en general.
Así pues, a nivel teórico, la pobreza y la discriminación provienen, en
gran parte, del hecho de que los grupos marginados no poseen, por lo común,
las mismas oportunidades para adquirir el conocimiento y las destrezas necesarios.
Rechazadas las teorías que defendían la deficiencia fisiológica,
mental o lingüística de estos colectivos, surgieron otras que sustituyeron
el término «deficiencia» por el de «diferencia», basadas en la idea de una
multiplicidad de modelos de desarrollo psicológico, de aprendizaje y/o de
estilo comunicativo. Dado que estos modelos son inconmensurables y sólo se
entienden a la luz del contexto cultural del que dependen, el objetivo de la
educación será lograr la compatibilidad entre la dinámica del aula y la dinámica
cultural de origen de los grupos de individuos «diferentes» al grupo
cultural dominante/mayoritario que sirve como referencia en la escuela.